CAMPAÑAS ELECTORALES CONFLICTIVAS Y VENTAJISTAS III: 1936. Por: IVAN A. RICORD B. * Céd-8-123.242.

19.09.2015 15:09

CAMPAÑAS ELECTORALES CONFLICTIVAS Y VENTAJISTAS III: 1936.

Por: IVAN A. RICORD B. *                                                      Céd-8-123.242.

 

Al acercarse la contienda electoral de 1936, todo parecía indicar que el candidato oficial no podía ser otro que Domingo Díaz Arosemena. Su partido, el Liberal Doctrinario, lucía como favorito y se vanagloriaba de haber llevado a la Presidencia al Doctor Harmodio Arias en 1932. Se decía que quien fuera postulado como candidato por dicho partido tendría asegurada la Presidencia de la República. Pero así no pensaba el Presidente  Arias, quien desconfiaba de Don Domingo por considerarlo “demasiado inepto”.

Como era una costumbre inveterada en la época, las fuerzas políticas oligárquicas se alinean alrededor de sus gamonales. Igualmente lo hacen los medios periodísticos, quienes justifican todas las triquiñuelas, siempre y cuando favorezcan a su apuesta electoral. Para ellos,  la llamada “democracia de fachada” funciona a la perfección.

Desde muy temprano los  postulados regeneradores promovidos en 1931 por algunos grupos de clase media (Acción Comunal) se vieron diluidos y todos los líderes que llevaron a cabo la acción moralizadora quedaron inmersos en la vorágine política tradicional de los gobiernos liberales en su lucha por el poder oligárquico. Con el gobierno de Harmodio afloran iguales vicios que, en su momento,  fueron combatidos por la acción moralizadora de 1931.

Al finalizar el periodo del Presidente Arias en el año de 1936, las disputas por la candidatura presidencial salen a la palestra y los grupos hegemónicos familiares pulsean groseramente por ocupar controlar la cosa pública. Domingo Díaz Arosemena y su partido, el Liberal Doctrinario aspiran a la candidatura y piensan que legítimamente,  les corresponde por haber apoyado a Harmodio.

La lucha aflora tempranamente. El presidente Arias participa abiertamente en la escogencia de su heredero político e impone a dedo al candidato oficial. Surgirán numerosas pugnas. (En el medio de las disputas, caen precandidatos, jefes de Policía y funcionarios de alto rango, que no disimulan su desacuerdo con la decisión del Presidente). Harmodio es objeto de un atentado cerca de la población de Bejuco lo que provoca el reacomodo de las fuerzas políticas (Arnulfo Arias,  abandona el Liberal Doctrinario y funda su propio partido, el PNR,  para apoyar a su hermano)

Juan Demóstenes Arosemena (Exministro de Relaciones Exteriores del gobierno  de Harmodio), será el candidato oficial. Desde el inicio de la campaña  el candidato  fue impugnado y declarado “ilegítimo” por los mejores juristas del momento,  quienes adujeron que no cumplía    con la norma constitucional de renunciar al cargo seis meses antes de las elecciones. Los abogados  oficialista  lo justificaron. La coalición  gobiernista la conformaron  los partidos PNR, Liberal Nacional y el Conservador. Domingo Díaz Arosemena fue proclamado como candidato de oposición por los partidos Liberal Doctrinario, Liberal Demócrata,  Liberal Renovador, el Socialista y Acción Comunal (todos,  bajo la  denominación de  Frente Popular). Belisario Porras, de 78 años,   fue el tercer candidato. Las elecciones fueron  programadas para el 7 de junio de 1936.

Existía una mora en el proceso de  cedulación de los ciudadanos varones,  mayores de 21 años. Ante la incapacidad del gobierno de cedular a los que tienen ese derecho se decide que podrán votar, sin portar el documento todos los que aparezcan en listas elaboradas por los partidos. Esto provoca un descontrol absoluto del sufragio; ocasionando la proliferación de listas y la duplicación escandalosa de cédulas.

 Previo al recuento final  de las actas, el gobierno reestructura el Jurado de Elecciones, colocando a representantes afines. Esta decisión gubernamental provoca una seria crisis en el gobierno de Harmodio. Renuncian tres Ministros del gabinete, el Contralor y el Embajador en Washington.  (R.J. Alfaro declara que “fue una parcialidad manifiesta la intervención de las autoridades en los comicios”).

Los resultados de las elecciones no se dan a conocer hasta un mes después de celebradas. El 7 de julio de 1936,  en la noche,  el Jurado Nacional de Elecciones (reformado) da a conocer el triunfo del candidato oficial por una diferencia de 1,765 votos de  un total de 88,997 sufragantes. Las primeras cifras del escrutinio habían dado ventaja al candidato de oposición. Incluso el tercer candidato, Belisario Porras,  había felicitado a Domingo Díaz por su triunfo. Cuando cambia la ponderación en el Jurado Nacional, las cifras varían,  inmediatamente.  La diferencia se marca,  sospechosamente,  en la atrasada y empobrecida Provincia de Veraguas donde  el oficialismo obtiene casi el doble de la votación a favor de su candidato. (8,041 a 4,952 votos). Al Frente Popular de oposición le son asignados 14 diputaciones pero,  casi todas se convierten en tránsfugas y pactan con el nuevo gobierno,  con excepción de César Guillen y Demetrio Porras. Desde hace más de 70 años muchas cosas no han cambiado en nuestros afanes electoreros.

 

*El autor es docente de la Universidad de Panamá.

 

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