Discurso pronunciado por el Profesor Ivàn Ricord Bernal, Director del CRUSAM, el 3 de noviembre de 2008, ante el Concejo Municipal de San Miguelito

11.01.2014 16:07

Buenos Días.

 

Señor Alcalde del Distrito de San Miguelito

Señor Presidente del Concejo Municipal

Señores Concejales

Señores Directores de Instituciones Públicas del Distrito

Señoras y Señores

Estudiantes y Publico Asistente

 

En primer lugar permítanme agradecer esta honrosa designación que se hace, a la Universidad de Panamá y al Centro Regional Universitario de San Miguelito, en particular.

 

Deseo saludar a las autoridades nacionales, municipales y comunitarias que aquí se encuentran reunidas en esta celebración patriótica .Decía el maestro José Ingenieros que " la historia que no se repiensa va convirtiéndose de viva en muerta, reemplazando el zigzagueo dramático del devenir social con un quieto panorama de leyendas convencionales. Por eso en la historia de los pueblos, toda parálisis es signo de muerte". En consecuencia, es importante aprovechar esta fecha para reflexionar sobre nuestro pasado y futuro."

 

Esta oportunidad nos permite hacer algunas reflexiones sobre el acontecimiento histórico que tuvo lugar el 3 de noviembre de 1903, que produjo el nacimiento de nuestra República y a la vez analizar, aunque sucintamente, el papel desempeñado por la Universidad de Panamá en nuestro devenir republicano.

 

El alumbramiento de la República ocurrido el 3 de noviembre de 1903, fue el resultado de un anhelo general de renovación y de mejoramiento político y social, luego de un periodo de 82 años de persecuciones, desolación y desorden. Un largo periodo de medidas económicas perjudiciales y políticas represivas ejecutadas por el gobierno central colombiano en contra de los nacidos en el Istmo. En este escenario de desolación desasosiego y carestía surge la idea de la separación en la que se conjugan diversos intereses: por una parte, los de los patriotas que conservaban, desde la independencia de España de 1821, un anhelo histórico de contar con una patria libre y soberana (León A Soto, Rodolfo Aguilera, Francisco Ardila y otros) y por otra lado los intereses de los propietarios, comerciantes y poseedores de riqueza de la zona de tránsito.

 

Los intereses de estos últimos, coincidieron, finalmente, con las presiones foráneas que aspiraban la construcción de un canal por el Istmo para encumbrar la hegemonía estadounidense. Así nace el Estado panameño, con un fardo muy pesado; con una hipoteca onerosa que todos tuvimos, tarde o temprano, que cargar sobre nuestros hombros. La negociación y posterior puesta en ejecución del lesivo Tratado de 1903, marcaron, en gran medida, nuestra historia republicana. Los primeros cien años republicanos tuvimos que dedicarlos a liberarnos de la ignominia impuesta por el poderío colonial extranjero.

 

Con una patria nacida en esas condiciones, todas las generaciones de panameños, especialmente de los más jóvenes, cada uno en su medida, aportamos para el perfeccionamiento de la independencia. A pesar del vía crucis por el que trascendió la patria panameña, hemos asomado el siglo XXI con una nación fortalecida y vigorosa.

 

Desde la patria mediatizada por el Tratado de 1903 y el artículo 136 de la primera constitución, los hombres y mujeres del siglo XX hemos sabido llevar adelante un proyecto de reafirmación nacional incorporando los diversos sectores sociales, las distintas manifestaciones culturales y a los múltiples grupos étnicos que conforman hoy la nación panameña.

 

Aunque con un débil sentimiento de la nacionalidad y, en algunas ocasiones, una falta de fe en nuestra propia existencia soberana, tal como lo sentencio Eusebio A. Morales en 1916, a pesar de ello, digo, debemos sentirnos satisfechos como panameños de los mucho que hemos logrado en estos 105 años de vida republicana. Como miembro de una generación que le correspondió ser testigo de la recuperación de la zona del canal, de las luchas estudiantiles con sanos propósitos en 1947, 1958 y 1959 y del sacrificio de los héroes de 1964, me siento orgulloso de los acontecimientos del 3 de noviembre de 1903 y sostengo que a los hombres que actuaron en las circunstancias de entonces, debemos valorarlos en su justa dimensión.

 

Desde Belisario Porras hasta Arnulfo Arias, desde Harmodio Arias hasta Omar Torrijos, desde el Frente Patriótico de la Juventud y el Pacto de la Colina en 1958, hasta Ascanio Arosemena; todos los hombres y hechos del siglo XX, cada uno en su momento y circunstancia nos heredaron un país imperfecto pero optimista y dispuesto a asumir los retos del presente y del futuro. Retos tales como una nación con carácter más participativo e integrador, lograr una distribución más justa de la riqueza y reafirmar con fuerza los valores nacionales ante el peligro de la globalización cultural.

 

Señores y señoras:

 

Los fundadores de la República, especialmente los liberales de viejo cuño, determinaron que la educación era el camino más expedito para perfeccionar la independencia nacional. De ellos heredamos la plataforma básica que generó la columna vertebral de nuestra conciencia nacional. La educación, única liberadora de conciencia, ha desempeñado y seguirá desempeñando un papel determinante en la sobrevivencia del sentimiento republicano. La educación proporcionó desde inicios de la república tutelada, las herramientas indispensables para enfrentar la herencia colonial y las tareas del desarrollo con justicia social. Méndez Pereira, Moscote, Duncan y Andreve supieron sentar las bases de una educación democrática y popular que le dió norte al país

 

Lo dijo en 1935, nuestro ilustre fundador: " en la naciones débiles y pequeñascomo la nuestra sobre las cuales se ciernen los nubarrones del imperialismo, cultura general, ciencia e investigación significan, más que ninguna otra, autonomía personalidad y libertad efectiva. Por eso consideré siempre una obra del más elevado patriotismo la creación y formación de nuestra Universidad."

 

La universidad que fundó Méndez Pereira; la Universidad del pueblo, se siente parte de esa avanzada patriótica hacia mejores días de la gente más pobre. Seguirá siendo la conciencia crítica de la nación y siempre estará al servicio de los más caros intereses de la patria y de las luchas por la reafirmación nacional. La Universidad de Panamá sirvió de trampolín para poner en marcha la máquina del desarrollo nacional. Su creación, después de la conflictiva y tardía separación de Colombia, de la ocupación territorial por el ejército extranjero, luego de la inauguración del canal y de las guerras mundiales, vino a enderezar y a dar un alimento a la sociedad panameña de mediados del siglo XX.

 

Como dijo nuestro rector: "No habrá republica sin universidad, No habrá independencia sin universidad. No habrá soberanía sin universidad" La Universidad ha contribuido, definitivamente en la transformación social, en el desarrollo económico y en la sustentación de la cultura y el ser nacional. Ha formado a más de 120 mil profesionales de diversas disciplinas del saber humano que están distribuidos en todo el país generando progreso. Haciendo una proporción geométrica, si tomamos en cuanta que cada hogar esta formado por un promedio de cuatro personas, resulta que mas de medio millón de panameños han logrado en forma directa avanzar en su desarrollo personal y profesional, gracias a la Universidad de Panamá.

 

En San Miguelito, la Universidad se instaló en 1993 y durante estos 15 años ha formado más de 1500 profesionales en carreras que son pertinentes al desarrollo socioeconómico de la comunidad. Pensamos que estamos contribuyendo al desarrollo de una comunidad de gente sencilla que vino a la capital en busca de una mejor vida, por el amor de sus hijos, de sus familias. El CRUSAM, como lo conocemos comúnmente, está abocado a la tarea de integrarse a la sociedad mediante su vinculación con el fenómeno social a fin de lograr las transformaciones necesarias para el logro de una mejor calidad de vida en el Distrito y áreas aledañas.

 

Finalmente, amigo y amigas, les digo, que no nos dejemos atrapar por la frustración y el desánimo. Necesitamos creer en que este país tiene designios, aspiraciones e ideales y que desea tener una misión histórica. Que alimentemos en nuestras mentes una vigorosa voluntad de creación, prosperidad y felicidad.

 

Que nuestro nombre, nuestra bandera, nuestro escudo y nuestro himno nos sirvan para convertir el sentimiento noble de la nacionalidad en una pasión nacional, creadora e inspiradora, que proscriba todo cuanto tienda a disminuir nuestro orgullo.

 

 

Muchas gracias....

 

Volver

Contacto

RicordHistoriografía
@IvanRicord20

64300243

© 2014 Todos los derechos reservados.

Crea una página web gratisWebnode